Todos los que vienen a vivir esta gran experiencia que es la vida humana, seguramente saldrán raspados por una u otra razón. La vida por sí misma es estresante y muy exigente; por lo tanto se requiere tener fortaleza, inteligencia y pasión para vivir el tiempo que se tiene de vida con el objetivo de vivir de manera exitosa y satisfactoria.
Hay que recordar que la vida tiene caducidad, así que hay que aprovecharla y buscar hacer lo que nos gusta, nos hace felices y procurar el bienestar de los demás.
Sin embargo, la mayoría de las personas no saben vivir la vida, porque viven frustradas y sufren de manera innecesaria. Las personas sufren porque experimentan soledad, pobreza, desamor, abandono, desprotección, injusticias, enfermedades, deudas, pérdidas emocionales, de seres queridos y económicas, etc.
Es cierto que la vida es maravillosa, y a la vez puede llegar a ser aterradora cuando se suscitan circunstancias adversas que están fuera de su control, por ejemplo; accidentes, pérdidas, catástrofes, depresión económica, guerras, pandemias, etc.
Y todavía si le sumamos los reveses en lo personal como es la separación de la pareja, el desamor, la soledad, la familia disfuncional, problemas en el trabajo, en la salud, en lo social y tener la incapacidad para lograr lo que se desea; entonces surge la sensación de la frustración y junto con ella emergen los pensamientos negativos que taladran la psique y destruyen la autoestima.
Los pensamientos que pueden taladrar la mente cuando las cosas van mal son los siguientes:
Soy un tonto
Nadie me quiere
Soy un fracaso
Para que nací, no debí haber nacido
No me caigo bien
Soy feo
Me odio
Soy pobre
No valgo nada
No me acepto
Estoy mal
Soy inexperto
No confío en mí
Soy ignorante
Dudo de mí
Soy un inútil
No sirvo para nada
Con este tipo de pensamientos lo único que se logra es dañar la imagen propia y la autoestima; que como consecuencia paraliza el crecimiento evolutivo personal. Esto ocasiona en la persona un malestar físico y psicológico, así como un sufrimiento psíquico, ya que la persona sólo se auto-invalida y se degrada. Los demás lo único que hacen es reafirmar las auto-invalidaciones que se formula el individuo como si fueran su espejo.
Es indudable que pensando de esta manera, lo único que se obtendrá es vivir con depresión, ansiedad, dolor, miedo, estrés, celos, envidia, ira, resentimientos, frustración, sufrimiento, etc.
No se sabe de dónde vienen estas emociones negativas, pero como reprimen y afectan la salud física y psicológica del ser humano. Se vive con un gran malestar; así no se puede vivir. En este momento es cuando nace la VÍCTIMA.
Como toda buena víctima de la vida, es imprescindible encontrar a los culpables de las desgracias y de las ruinas que han producido tanta frustración y el terrible sufrimiento. Nunca faltan los malvados como son: los padres, el cónyuge, la familia, el gobierno, la situación económica, la pobreza, Dios, el destino, la genética, etc. Entonces surge la necesidad de castigar a los culpables de la desgracia personal y aparece el sentimiento de venganza para poder sentirse mejor y compensar los daños cometidos con la victimes, la venganza o despreciando.
Por supuesto, es menos doloroso echar culpas a los demás, que hacerse responsable uno mismo de los propios actos. Así se justifica el mal proceder, las malas decisiones y la incapacidad para poder controlar las circunstancias adversas por falta de habilidades y capacidad para solucionar y vencer los obstáculos de la vida. Culpabilizando a los otros es un mecanismo para evadir el sentirse mal, sin embargo, no asumir la responsabilidad se siente peor; ya que con esta actitud se generan aún más problemas y por supuesto no se soluciona nada: la vida se convierte en un verdadero peregrinar porque no podemos controlar ninguna circunstancia, ya que todo es Dios, el destino y la mala suerte.
Es cierto hay circunstancias que no se pueden controlar, que no están bajo el poder de los humanos, pero con la actitud de víctima menos se podrá salir adelante.
Primer paso es responsabilizarse de los propios actos y consecuencias. Hay que dejar de culpar, ya que El papel de víctima no ayuda, si quieres crecer, progresar y ser feliz.
Todos tenemos el poder necesario para cambiar nuestra vida y lograr lo que queremos. Lo que pasa es que no sabemos cómo manifestarlo. Hay que cambiar la forma de pensar, sentir y actuar
El poder es tu capacidad de producir resultados deseados con los conocimientos correctos y el mínimo esfuerzo.
¿Cómo lograr obtener ese poder? En el siguiente artículo abordaré este tema.
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Lic. Teresa de Jesús Avilés R.
Psicóloga y maestra en Psicoterapia Humanista
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