La ENVIDIA es un sentimiento destructivo, considerado por la iglesia como un pecado capital, ya que al sentirlo se cometen otros pecados. La envidia trae mucho dolor y sufrimiento a quien lo padece y a quien se le proyecta este sentimiento.
El psicólogo José Elías Fernández define la envidia como un sentimiento de frustración, insoportable ante el bien de otras personas y que es canalizado a través de la rabia.
Cuando la persona que envidia se agobia, se obsesiona sólo por los triunfos y cualidades de los otros; genera sentimientos de inferioridad que le causa rabia y deseos de destruir. Estamos frente a un ser enfermo psiquiátricamente que sufre de depresión, ansiedad y obsesión.
El ser que sufre por envidia muestra signos graves de inferioridad, poca tolerancia a la frustración y reducida capacidad de reflexión. Además, de sentirse víctima de la vida y de las circunstancias por no ser agraciado en talentos y dones.
La envidia empieza a manifestarse en la infancia o en la adolescencia, cuando el joven cree no ser lo suficientemente adecuado físicamente; así como poseer las suficientes capacidades, habilidades y cualidades para poder obtener logros escolares, sociales, éxito con el sexo opuesto, etc. Empieza a sentir ira contra quienes para su parecer si lo tienen todo y él por su mala suerte le ha sido negado.
Esta es la percepción que el envidioso tiene del otro que puede ser cierta o no. Ante este hecho el envidioso se visualiza como un ser inferior y no lo soporta; convirtiéndose en una persona tóxica por el daño y sufrimiento que produce.
La manera en que el envidioso canaliza su rabia es al descalificar, criticar, atacar, burlarse, poner trabas para que el envidiado no logre sus metas, deseando fervientemente que su adversario fracase o pierda lo que ha logrado. El envidioso no reflexiona que sus actos tienen consecuencias y que es mal visto por la sociedad. Lamentablemente son rechazados y se quedan solos; sintiendo tal vez más ira y CULPA.
Sugerencia Terapéutica para el envidioso:
En primer lugar dejar la pose de víctima “porqué a él sí y a mí no”. La mala suerte no existe, uno mismo es responsable por la manera negativa en que gestionamos nuestros pensamientos y sentimientos que a su vez generan conductas nefastas para nuestras vidas y la de los demás.
En lugar de envidar, es mucho mejor sentir inspiración por esa persona que tiene lo que nos gustaría tener; modelarla; seguro que esa persona hace algo o se comporta de cierta manera que le da resultado.
Preguntarnos ¿Qué es lo que hace esa persona que si le funciona y cómo lo hace?
Reflexionar y darnos cueta que ninguna persona es mejor o peor que nosotros, nadie es perfecto. Somos seres humanos que tenemos muchos defectos y también muchas virtudes.
Es importante considerar que cada quien vive circunstancias únicas por tener un proceso de vida diferente con un grado de evolución mayor o menor. Cuenta la época en que nacemos, el lugar que nos tocó nacer y residir, los padres que nos guiaron para bien o para mal, la posición económica, la genética, etc.)
Por ejemplo un niño de preescolar de escasos recursos económicos, con padres ausentes y falta de amor recorrerá un camino muy diferente al niño que nació con mejores condiciones para desarrollarse. Recordar que cada quien nace con sus propios talentos innatos, no tenemos por qué envidiar lo que al otro le fue dado por naturaleza. Tenemos que hacernos cargo de lo que a nosotros nos corresponde. Sólo nosotros podemos decidir, independientemente de nuestras circunstancias si queremos o no superar nuestras limitaciones.
Autoconocernos Descubrir quiénes somos, para qué nacimos, qué queremos, cuáles son nuestros talentos innatos, nuestra vocación, hacia dónde vamos, que vamos aportar a la humanidad, cómo queremos trascender, qué habilidades nos permiten funcionar mejor para nuestro objetivo de vida (en las que debemos enfocarnos)
Aceptar nuestras limitaciones sin sufrir. Ningún ser humano sobre este planeta azul es perfecto; somos seres con muchos defectos y también con muchas virtudes. Nuestra tarea es descubrir para que somos buenos y enfocarnos en ello en lugar de enfocarnos en lo que el otro tiene o logra. Si trabajamos en nuestro propio desarrollo fluimos con la vida y sentimos felicidad.
Mejorar la Autoestima: Es recomendable asistir a terapia psicológica para mejorar nuestro autoconcepto; desafiando las creencias limitantes y para comprender y procesar mejor los sentimientos de inferioridad que nos causa mucho dolor.
Conozco personas que no se esfuerzan por aprender nada y no hacen nada productivo; y eso sí se enfurecen con aquel que si lo ha hecho de manera propia; logrando como resultado un ascenso en su trabajo, una oportunidad en el extranjero, un mejor nivel de vida, dominan idiomas ¡Ilógico, verdad!
Formular una lista; en una hoja de papel con dos columnas; escribir en la primera columna, lo que no nos gusta de nosotros, por ejemplo: color de piel, estatura, estatus económico, sobrepeso, etc; reflexionar en cada punto y preguntarnos ¿puedo cambiar cada punto? Si no es posible, entonces hay que aceptarlo y vivir con actitud.
Lo que si podemos hacer es mejorar lo que no nos gusta; por ejemplo: cuidar nuestra piel, emprender acciones para bajar de peso, usar zapatos más altos para aumentar unos centímetros, especializarnos en alguna actividad para mejorar nuestra economía (anotarlo en la siguiente columna a la altura de la situación que nos disgusta)
Hace poco escuche en una entrevista a una Miss Belleza que dijo “Hay partes de mí cuerpo que no me gustan, por lo que trato de resaltar lo que si me gusta como por ejemplo utilizando vestidos cortos para lucir mis piernas” ¡Eso es lucir lo que si nos va!
Trascender: Qué deseamos aportar al mundo, a la humanidad (una sonrisa, un saludo, una palabra de aliento, apoyo solidario o a través de nuestra misión de vida) que permita hacer de este mundo un mundo mejor y digno para vivir. ¡Sensacional!
Hay mucho en que trabajar individualmente, que estar perdiendo el tiempo envidiando al otro ¡Que pérdida de tiempo!
¿Qué hacer cuando uno es el blanco de la envidia?
En el caso de la persona que sufre por las críticas, descalificaciones, menosprecio, sabotaje, burlas, chismes y por el enojo que genera la persona envidiosa; ayuda mucho comprender que la persona actúa de esa manera y sufre mucho por sentirse inferior a los demás, que no tiene tolerancia a la frustración y le hace falta reflexionar sobre lo que siente y cómo se daña a él mismo y a los demás; además de no poder ver que si el otro tiene, es porque algo hace que lo logra (saludar con gusto, ayudar a otros, esforzarse en una buena presentación, cuidar sus relaciones sociales, etc.)
De alguna manera deformada el envidioso admira al envidiado.
Obviamente, nadie tiene derecho de dañar a los demás. Si el envidioso se permite ayudar ¡Magnifico! De lo contrario es pertinente no caer en su juego, ponerse en su mismo nivel dañino; es mejor alejarse y marcar distancia de esa persona envidiosa que se ha vuelto tóxica. ¡Mantener la cordura!
¡Cada quien en su pecado lleva la penitencia! ¡Tomar Conciencia y a gestionar el cambio!
¡En ti está hacer el cambio para vivir mejor!
Si tienes alguna pregunta al respecto o deseas reservar una cita para terapia persona a persona o a distancia (Skype), contratar una plática o conferencia, escríbeme un E-Mail o marca el número abajo indicado, y yo con gusto te atiendo.
Mtra. Teresa de Jesús Avilés R.
Psicoterapia Humanista
Conferencista y Facilitador
E-Mail: teresa.aviles@yahoo.com.mx Cel.2227573183 (Whatsapp)
Sitio Web: www.terapiamenteycorazon.com
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